Seguro te ha surgido esta pregunta. No sólo es: ¿Cuánto cobro? sino también: ¿Debería poner mis precios en mi web?
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¿Ahuyentará o me ayudará a conseguir más clientes o cerrar más ventas?
¿En qué casos es mejor ponerlos y en cuáles no?
¿Qué es mejor o más conveniente para coaches, asesoras o consultoras o si vendo servicios?
La realidad es que no hay una respuesta concreta o correcta que aplique para todos los casos.
La respuesta es: depende. Depende de tu negocio, de tu oferta, del precio o inversión que implique trabajar contigo y de tu posicionamiento.
Precios en tu página web
Si bien, poner precios en la web te da la ventaja de que las personas sepan de entrada cuál es el valor monetario de trabajar contigo en las formas que ofrezcas, no tener que tener una conversación o un intercambio previo con esa persona, lo cual suena bien, sobre todo si no te gusta vender.
Sin embargo, yo lo recomendaría en una oferta con un formato donde no haya tanta interacción contigo o que implique un periodo corto de tiempo trabajando contigo (y de manera grupal y no individual), de lo contrario el no saber a quién le estás vendiendo podría traerte dolores de cabeza (sin descartar del todo lo grupal).
Generalmente, los precios son visibles en ofertas de bajo costo o rango bajo. (Si no sabes qué vender en tu negocio de coaching, asesoría o consultoría, aquí podrías encontrar respuesta).
Otra de las cuestiones es que cuando pones precios en tu sitio o página web, puedes detener a tu cliente potencial de tomar acción y dar el paso de contactarte o mostrar interés por trabajar contigo.
Esto pasa porque vemos un precio que tal vez creemos que no está a nuestro alcance porque nos concentramos demasiado en un número y que ‘no podemos pagarlo porque está fuera de nuestro alcance‘ y esto a veces es una excusa o mentira que nos contamos.
Tu precio, en la mayoría de las ocasiones no es la razón por la que no te contratan o invierten en tu oferta, aquí te lo explico.
No poner precios en tu página web
Dependerá de tu oferta. Si vendes servicios individuales y/o más personalizados o con un nivel de atención más alto, mi recomendación, es tener una sesión de descubrimiento, que a la vez es una sesión de venta.
Porque no quieres pasar varias sesiones o meses trabajando con una persona con mala actitud o expectativas poco realistas y créeme que eso lo puedes notar desde el primer acercamiento contigo.
Las conversaciones además de ser un momento para transmitir el valor de tu oferta, sirven para gestionar expectativas, sentir energías y seguir tu intuición.
Sobre todo en procesos de transformación como el coaching, que es muy personal.
¿Qué actitud tienen? ¿La persona está realmente motivada y es resolutiva? ¿Busca cosas que están fuera de tu alcance o cree que sus resultados trabajando contigo sólo dependen de ti?
Claro, esto implica tiempo para tener una conversación, que no tiene que ser tan larga, y puede llegar a ser satisfactoria para ambas partes. La ventaja es que trabajas una habilidad (vender), pierdes el miedo a vender y además tienes insights de primera mano de tu cliente potencial y eso hace más efectivo tu marketing, porque conoces su situación, retos y objetivos y sabes cómo hablarle para atraerlo (para conseguir más clientes potenciales y clientes).
En ocasiones no basta con que la gente tenga el dinero, hay gente que tiene el dinero o puede pagarte con la mano en la cintura pero que dista de ser tu cliente ideal en cuestión de actitud.
También es una cuestión de posicionamiento y percepción de marca, de cómo eres percibida y es que para cualquier profesional o negocio, el precio no debería ser el único factor a tomar en cuenta para contratarte o invertir en ti. Competir por precio nunca ha sido una buena estrategia.
Que lo importante sea trabajar contigo por lo que representa y no que tu trabajo sea un simple número, y tú quieres que te contraten más que por tu precio o por un número.
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Tú quieres que el deseo de trabajar contigo este primeramente antes de saber un precio o si pueden costearlo o no, porque confían en ti y cuando confían en ti, no sólo vender resulta más fácil si no atraes a personas más comprometidas.
Alternativa
Si estás demasiado dudosa si ponerlos o no, tal vez esto te funcione:
Si ofreces varias formas de trabajar contigo, como paquetes de sesiones, podrías colocar el precio del paquete con menos, digamos 3 sesiones (el más barato y más corto de tiempo).
Supongamos que tienes otras dos opciones, uno de 5 y otro más largo. Para estos dos últimos no pondría el precio, pondría un formulario y tendría una conversación.
Si ofreces un programa puede tener dos versiones una que incluya menos soporte a un precio más bajo, del cual pondrás el precio en tu web y otro, por ejemplo, premium que incluya ayuda por mail, y para este invitas a tener una conversación antes de dar el precio.
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Estos son ejemplos para que te des una idea.
Lo que es importante que sepas es que no hay una respuesta o consenso oficial o absoluto escrito sobre piedra, cada quién habla de lo que ha experimentado y siempre puedes probar, ya sea quitándolos o poniéndolos.
Ambos casos tienen un lado A y otro B.
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¿Estás a favor de ponerlos o no? ¿Cuál ha sido tu experiencia?